Buenos días, buenas tardes y buenas noches, señor Zapatero

Publicado: noviembre 18, 2011 en Política
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Toca ponerle punto y final a una legislatura de casi 7 años y medio. Una legislatura que pasará a la historia… por su ineptitud e ignorancia, gracias a Jose Luís Rodriguez Zapatero: el peor político español (e incluso me atrevería a decir que fuera de España) de  nuestra tontocracia. Llegó al poder (contra todo pronóstico) gracias a un voto de castigo, de los sabios conciudadanos. Se perpetuó en la  Moncloa, 4 años después, gracias a la incompetencia de la oposición. Y ahora se va… dejándonos el país en ruinas (Verdi: Dies Irae)… .¿Y cuál ha sido su actitud ante la crisis? Basta acudir a las hemerotecas para recordarlo. El 17 de agosto de 2007, cuando ya había estallado la crisis sub prime, Zapatero declaraba: “España está a salvo de la crisis financiera”. Dos meses más tarde afirmaba: “No hay atisbo de recesión económica. Vamos a seguir creando empleo y teniendo superávit”. El 14 de enero de 2008 remachaba: “La crisis es una falacia, puro catastrofismo”. El 3 de marzo, en plena campaña electoral, proclamó: “Prometo crear dos millones de nuevos empleos”. Y cuatro días después se atrevió a decir: “España está en condiciones para llegar al pleno empleo”.

Un gobernante  que ha dilapidado la hacienda con un alocado gasto público; que ha sido incapaz de poner en marcha ninguna de las  reformas que la economía española necesitaba; que ha debilitado al Estado con una política suicida de apaciguamiento a los nacionalistas; que ha hecho de España, con su sectarismo, un campo de trincheras donde ha borrado de un plumazo el espíritu de la Transición: todo ello aludiendo a su memoria histórica.Que este hombre haya llegado al poder, sólo demuestra: 1º La calidad de nuestros políticos y 2º La amplia tasa de ignorancia de nuestro país.

Se le atribuye algún parecido con Neville Chamberlain… supongo que será por su mano blanda contra los extremismos y por la búsqueda del «talante»… pero por lo demás, Neville era un hombre culto, preparado y con amplia experiencia… y ninguno de esos calificativos  concuerdan con nuestro querido ZP. Curiosamente, lo que necesitamos ahora es un sucesor de Neville… un Winston Churchill. Éste no fue un líder encantado de tomar las decisiones que adoptó cuando el Reino Unido se encontró sola frente a todos los fascismos, sino un líder que en un momento dado intuyó que su país sólo se salvaba si tomaba medidas extremas. Las adoptó, las explicó, salió a las calles a solidarizarse con los que sufrían y ganó una guerra que parecía imposible de ganar. No se puede olvidar el dato de que, conseguido el triunfo, Churchill perdió las elecciones. Pero si un inglés hoy quiere identificar a un líder con su país, seguro que  habla de Churchill… Pero en España, lo más cercano a Churchill es la perra de mi vecina… aquí tenemos a políticos sin carisma ( incluso tartamudos y con frenillo) que anteponen los intereses del partido, al progreso del país… Suprimidos, hace tiempo, los privilegios de la aristocracia, se han creado un nuevo estamento social: Los políticos; gente sin preparación (laboral e intelectual) con pensiones vitalicias y sueldos astronómicos.

Señor Zapatero, usted quiso pasar a la historia de España… y lo hizo: como el patán más grande que ha dirigido un país desarrollado. Quisiera despedirle con palabras de Arturo Pérez Reverte:

No quiero, señor presidente, que se quite de en medio sin dedicarle un recuerdo con marca de la casa. En esta España desmemoriada e infeliz estamos acostumbrados a que la gente se vaya de rositas después del estropicio. No es su caso, pues llevan tiempo diciéndole de todo menos guapo.Si me permite cierta chulería retrospectiva, señor presidente, lo mío es de mucho antes. Ya le llamé imbécil en esta misma página el 23 de diciembre de 2007, en un artículo que terminaba: «Más miedo me da un imbécil que un malvado». Pero tampoco hacía falta ser profeta, oiga. Bastaba con observarle la sonrisa, sabiendo que, con dedicación y ejercicio, un imbécil puede convertirse en el peor de los malvados. Precisamente por imbécil…  El problema es que buena parte del trabajo a realizar, que por lo delicado habría correspondido a personas de talla intelectual y solvencia política, lo puso usted, con la ligereza formal que caracterizó sus siete años de gobierno, en manos de una pandilla de irresponsables de ambos sexos: demagogos cantamañanas y frívolas tontas del culo que, como usted mismo, no leyeron un libro jamás. Eso, cuando no en sinvergüenzas que, pese a que su competencia los hacía conscientes de lo real y lo justo, secundaron, sumisos, auténticos disparates. Y así, rodeado de esa corte de esbirros, cobardes y analfabetos, vivió usted su Disneylandia durante dos legislaturas en las que corrompió muchas causas nobles, hizo imposibles otras, y con la soberbia del rey desnudo llegó a creer que la mayor parte de los españoles -y españolas, que añadirían sus Bibianas y sus Leires- somos tan gilipollas como usted. Lo que no le recrimino del todo; pues en las últimas elecciones, con toda España sabiendo lo que ocurría y lo que iba a ocurrir, usted fue reelegido presidente. Por la mitad, supongo, de cada diez de los que hoy hacen cola en las oficinas del paro. Pero no sólo eso, señor presidente. El paso de imbécil a malvado lo dio usted en otros aspectos que en su partido conocen de sobra, aunque hasta hace poco silbaran mirando a otro lado. Sin el menor respeto por la verdad ni la lealtad, usted mintió y traicionó a todos. Empecinado en sus errores, terco en ignorar la realidad, trituró a los críticos y a los sensatos, destrozando un partido imprescindible para España.

Ojalá la peña se lo recuerde durante el resto de su vida, si tiene los santos huevos de entrar en un bar a tomar ese café que, estoy seguro, sigue sin tener ni puta idea de lo que vale. Usted, señor presidente, ha convertido la mentira en deber patriótico, comprado a los sindicatos, sobornado con claudicaciones infames al nacionalismo más desvergonzado, envilecido la Justicia, penalizado como delito el uso correcto de la lengua española, envenenado la convivencia al utilizar, a falta de ideología propia, viejos rencores históricos como factor de coherencia interna y propaganda pública. Ha sido un gobernante patético, de asombrosa indigencia cultural, incompetente, traidor y embustero hasta el último minuto; pues hasta en lo de irse o no irse mintió también, como en todo. Ha sido el payaso de Europa y la vergüenza del telediario, haciéndonos sonrojar cada vez que aparecía junto a Sarkozy, Merkel y hasta Berlusconi, que ya es el colmo. Con intérprete de por medio, naturalmente. Ni inglés ha sido capaz de aprender, maldita sea su estampa, en estos siete años.

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